Waldo Acebo Meireles
Reconozco dos cosas mi acción es fútil y además cometí fraude, pero hoy me sobraba el tiempo y quise liquidar una discusión, con una persona allegada, sobre si nosotros los emigrados, exiliados o como se nos quiera llamar podíamos, o no, opinar en el malévolo asunto de la llamada reforma de la Constitución.
Mi opinión era que ni por casualidad eso podía ser, pero me equivoqué pude enviar mi opinión de eliminar el párrafo 38, ese que apostólicamente estable la primacía del partido comunista por encima de la propia Constitución, y la pude enviar.
¿Cómo lo hice? Me inventé un nombre algo común y un número de pasaporte usando una letra y seis números tomados más o menos al azar, fecha de nacimiento y país de donde emitía mi criterio todos falsos ─espero que nadie tenga esos datos, lo cual es poco probable pero nadie sabe─ y emití mi criterio que naturalmente no va servir ni para papel sanitario ya que es imposible usar los documentos digitales en esos necesarios fines.
Yo temía que si tenían los recursos adecuados podrían detectarse de la engañifa, pero evidentemente no los tienen ni tan siquiera para detectar que el país que yo seleccioné no se correspondía con mi IP real, lo cual es algo elemental, pero ni eso, incluso yo estaba preparado para pasar por alto ese asunto usando un programa VPN para adecuar mi IP al país que designe como el del usuario, pero no fue necesario.
Por tanto invito e incito a nosotros lo emigrados-exiliados a dar su opinión en el estilo que yo utilicé para que no se pongan en evidencia si algún día deciden repatriarse o ir a ver a un familiar enfermo. Cójanlo con entusiasmo a ver si le desconflautamo los cacharros digitales con que cuentan.
Sé el primero en comentar en: "Un ejercicio fútil"