En una de las recientes manifestaciones en Miami en apoyo al llamado de ‘Archipiélago’ para efectuar una marcha pacífica, me llamó la atención que una joven lanzara una consigna que jamás había oído que se expresara públicamente, la misma en síntesis emplazaba a que los cubanos en la Isla no se limitaran a depender de las remesas e hiciesen pública su inconformidad con el régimen.
Me vino a la mente una conversación telefónica que por esos mismos días había tenido con un amigo en Cuba, en esta se quejaba de la situación reinante, yo le respondí que sabía perfectamente cual era la realidad en la que él se encontraba, no quería entrar en detalles, y él continuó diciendo: “imagínate un país sitiado”, como siempre he respetado sus opiniones políticas decidí no responder a dicho planteamiento y le pedí me dijeses que medicamentos necesitaba, ya que anteriormente me había dicho que hacía cuatro meses que no recibía el medicamento necesario para paliar el mal de Parkinson que le afectaba.
Mi amigo es una persona inteligente y decente, nunca lo consideré propiamente un fanático, aunque siempre en nuestras conversaciones, estando yo en Cuba, defendía la pésima gestión del desgobierno cubano, sus argumentos yo lo respetaba, aunque enfrentaba esos criterios con lo que para mí resultaba evidente. Desde la distancia geográfica que ahora nos separa yo había decidido, desde hace mucho, pasar por alto las distancias ideológicas en el análisis de la coyuntura del país, y decidí tratar de solucionar la carencia de la medicina que él necesitaba. No quería que estas diferencias afectaran una amistad de más de cincuenta años, aunque me sentía muy molesto que después de los recientes acontecimientos, tan indiscutibles, sobre el rechazo de una población a la situación reinante él mantuviese inconmovibles esa filosofía numantina.
Recordé que recientemente había leído un artículo de Néstor Díaz de Villegas[1] en el que el autor se enfrentaba a una crisis de conciencia semejante a la que yo estaba sufriendo y coincidí con la ‘solución’ que este autor había tomado: “(convertir el) dilema ideológico (en) un genuino acto de generosidad”. ¿Pero cuánto suma esos individuales actos de generosidad? Miles de millones de dólares a los cuales hay que agregar no solo las remesas, que algunos estiman en alrededor de 2.300 millones a esto hay que incluir los envíos de alimentos, medicinas, ropas, zapatos y un largo etcétera, que generalmente se realiza a través de las llamadas ‘mulas’. Que yo sepa nadie ha calculado el costo de esos envíos, ni tampoco he conocido de ningún análisis de cómo los mismos pueden, o no, brindarle un respiro financiero al régimen. Además, están las llamadas ‘recargas’ de los celulares que sí van mayoritariamente a las arcas desfondadas del régimen.
Pero hay otra fuente de agotamiento de los recursos de los que estamos fuera de la Isla y este surtidor de ayuda a parientes y amigos ─que no toma en cuenta que las necesidades son infinitas pero los recursos limitados─ son las tiendas online que realizan entregas en Cuba, tomé tres de ellas, una en España, otra en Canadá y, para mi sorpresa, una que dice radicar en Miami Beach. Estas tiendas cobran precios escandalosos a los cuales hay que agregarle otros costos como los de envío, generalmente esos ‘sites’ no están muy bien confeccionados y no siempre se encuentran los productos que estamos buscando. Veamos tres ejemplos de productos de alta demanda y de los precios que generan increíbles ganancias a sus patrocinadores, entre los cuales no descartamos que estén las largas e insaciables manos del régimen:
Aunque no podemos decir que sean monopolios sus precios son monopólicos y abusivos de forma similar a los inflados precios en las tiendas existentes en Cuba en la que sólo aceptan ‘moneda libremente convertible’ aquella que solo puede ser empleadas a partir de las llamadas ‘tarjetas magnéticas’ que son rellenadas también desde el exterior.
¿Hasta qué punto la generosidad del exilio contribuye a la subsistencia del régimen? ¿Debemos seguir pagando un rescate infinito que jamás liberará a los secuestrados? ¿Somos en definitiva nosotros los culpables de aceptar el chantaje que contribuye a mantener ese régimen a flote? ¿Cuánto de nosotros estamos dispuestos a cerrar nuestros bolsillos y enfrentar este conflicto? ¿Cómo solucionar esta forma de deontología aparentemente irresoluble?
Mientras nos respondemos estas interrogantes el oprobioso régimen nos continúa considerando en lo que nos hemos convertido, su mano de obra, bien barata, en el exterior; como ya dijimos en otro momento, excúsenme por citarme: Está en una balanza el destino de una nación o el de nuestros familiares.
[1] https://www.nytimes.com/es/2021/08/04/espanol/opinion/remesas-cuba.html
Sé el primero en comentar en: "Remesas + otros"