Waldo Acebo Meireles
Hasta no hace tanto se creía firmemente que los insectos y otros organismos se reproducían por generación espontánea a partir de determinada combinación de elementos orgánicos e incluso inorgánicos. A mediado del siglo XIX Luis Pasteur realizó decenas de experimentos para demostrar que tal cosa no existía, a estos diversos experimentos siempre le salió al paso un profundo científico que pretendía explicar lo erróneo de las ideas de Pasteur. El final de esa historia es bien conocida.
Si bien en el campo de la historia natural ya resulta más que evidente que la generación espontánea no existe, sin embargo en él de la historia social aún se cree en el cuento de la generación espontánea de los fenómenos históricos. Hay quienes piensan, para poner un ejemplo, que las hambrientas y enardecidas masas parisinas se lanzaron a la toma de la Bastilla de manera espontánea y casi diríamos que casual. Tal cosa es también una falacia.
Ahora resulta que esté criterio se está empleando para explicar el fenómeno de las caravanas, porque son más de una, de centroamericanos que durante semanas arrostrando un sinfín de problemas han llegado hasta las puertas de su paraíso encontrado. En las primeras semanas nuestro presidente, el Sr. Trump, en un par de ocasiones acusó a sus enemigos políticos de organizar las caravanas, incluso se habló de ciertos repartos de dinero.
A lo largo de los días Trump ha acusado a los caravaneros de todas las fechorías imaginables, incluso de posibles ‘jihadistas’, y a la caravana en si misma como una invasión que para detenerla era necesario emplear fuerzas militares, es decir, como le es habitual, todo fue exagerado, sacado de contexto, magnificado y falseado.
Ahora con el intento de los caravaneros de violentar las fronteras, lo cual fue evitado con suma facilidad con unas cuantas descargas de gases lacrimógenos[1] y que han producidos escenas patéticas que le han dado la vuelta al mundo, como se dice se han hecho ‘virales’, ahora resulta que algunos de los caravaneros han expresado frente a las cámaras de TV que fueron engañados. ¿Cuándo fueron engañados, cuando se lanzaron a la estampida para cruzar la frontera o cuando se unieron a las caravanas? ¿Quién o quiénes los engañaron? Esas preguntas no fueron hechas por los periodistas, o por lo menos no fueron trasmitidas, en realidad no sabemos.
Llama la atención que con periodistas siguiendo a los caravaneros prácticamente desde sus inicios, reportando cada paso de frontera, cada accidente que ha ocurrido, incluso los felices partos de alguna caravanera, los enfermos, los casi paralíticos en sus sillas de ruedas, los niños pequeños, y un largo etcétera, en ningún momento han investigado como se organizaron, quien o quienes sirvieron como aglutinadores de esos deseos de huir de una patria que no les brinda seguridad o empleos.
¿Cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido, en particular a los periodistas, el investigar la génesis de este fenómeno social? No basta con preguntarle a cada caravanero qué lo impulsó a unirse a este movimiento de masas, todos sabemos la respuesta individual: el hambre, la falta de empleos, la amenazas de las maras y otros grupos criminales, la indolencia, ineficacia y el latrocinio de los gobernantes. Lo realmente importante desde un punto de vista sociológico e histórico es como se organizaron esos apetitos compartidos y se resolvieron en la marcha hacia el norte. Hacia un sueño imposible.
Otra duda que no sé cómo resolver es la de cómo es posible que teniendo muchos de ellos celulares con los cuales se podían mantener informados de lo que les esperaba en la frontera y lo que el presidente de este país les anunciaba les iba ocurrir, continuasen en la marcha y siguiesen pensando en el ‘sueño, o pesadilla, americana’, y manteniendo la certidumbre de que al final de todos sus trabajos, sus penurias, hambre y cansancios iban a lograr la meta ansiada. Me ocurre lo mismo con los cubanos que se siguen lanzándose en frágiles embarcaciones a sabiendas que ya las cosas por acá no son como eran hace un par de años. Esto también requiere de un estudio sociológico o quizás psiquiátrico.
Hay un elemento más a tomar en cuenta, y es el que aparece en todas las novelas policiacas, y me imagino que también en la vida real: A quién o quiénes ha beneficiado esta marcha de los centroamericanos. Todo los elementos que tenemos en las manos indican que a la presidencia de este país. Primero se produce en las semanas previas a las elecciones de medio término y fue un elementó de la propaganda xenofóbica y de atizar el fuego de los peligros terribles que esta invasión de alienígenas comportaba.
Qué efecto tuvo esto en las elecciones, en particular en los estados fronterizos, es imposible de medir, pero alguno debió tener. Ahora el asalto de unas decenas de gente que suponemos que se encontraban desesperadas dada su precaria situación más el rechazo de la población de Tijuana, está siendo utilizada como elemento decisivo en la construcción del muro que el presidente viene prometiendo con tenaz insistencia desde su campaña electoral en 2016.
Trump no habrá promovido las caravanas pero que se ha beneficiado con ellas eso está a la vista, de cualquier forma si las promovió reconozcamos que ha sido una jugada magistral, digna del más moderno Maquiavelo, pero de lo que sí estoy seguro es que no existe la generación espontánea.
[1] Algún que otro periodista de las televisoras latinas, por lo menos en Miami, mencionó balas de goma, gas pimienta, y algún despistado se refirió a balas de humo, pero nadie ha mostrado cuerpos impactados por esas balas, salvo un caso de un joven que recibió un impacto en la frente de un contenedor de gas lacrimógeno, sin lugar a dudas disparado con bastante ‘mala leche’ por un guardafrontera.
Sé el primero en comentar en: "¿Generación espontánea?"