“Sólida preparación política e ideológica basado en los principios de la ideología de la Revolución Cubana: Martiana, Marxista y Fidelista”…“Portadores de los valores humanos y revolucionarios que requiere nuestra sociedad.”[1]
Donald Trump Jr. Se equivocó de mensajes o de auditorio cuando en un reciente mitin expresó:
“Me encanta ver a algunos jóvenes conservadores porque sé que no es fácil. Sigan con esa lucha. Tráiganlo a sus escuelas. Ustedes no tienen que ser adoctrinado por estos maestros perdedores que están tratando de venderle el socialismo desde el nacimiento. No tienes que hacerlo. Porque pueden pensar por ustedes mismos. Ellos no pueden”. [2]
Sí ese discurso se le hubiese brindado a los jóvenes cubanos adoctrinados desde la cuna por maestros que tienen que seguir los lineamientos de planes y programas de estudio y de todo el aparato de control que tienen sobre sus hombros, entonces tendría alguna validez. Y llamarle a esos maestros y profesores cubanos perdedores tendría algún sentido, aunque sería impropio ya que ellos son víctimas y no victimarios.
Es posible que en los altos niveles de enseñanza de los EE.UU. exista una presencia considerable de profesores con ideas liberales, de izquierda y algún que otro socialista o incluso comunista, pero referirse así a los maestros de primaria y secundaria en este país resulta una falsedad total y brutal a lo cual nos tiene acostumbrado los Trumps y sus acólitos.
El magisterio norteamericano ha formado durante décadas a jóvenes preparados para enfrentar las demandas y riesgos de esta sociedad y nadie en su sano juicio se le ocurriría suponer que ese magisterio, que por cierto no siempre está retribuido adecuadamente, está conformado o ni tan siquiera penetrado por una masa feroz de cripto-comunistas que están envenenando a nuestros jóvenes y poniendo en juego el futuro democrático de este país.
Qué se propone el junior: Que en las aulas se deje de celebrar el mes de la historia de los negros en este país o recordar la muerte de Martin Luther King; que se ignoren las atrocidades de los miembros del KKK o sus actuales representantes; que no se mencione la derrota sureña y su venganza en las leyes Jim Crow; que se pase por alto las manifestaciones antisemitas de los supremacistas; que se reprima cualquier manifestación independiente.
O mejor aún, que en las aulas se le comience a explicar a los niños y adolescente que tanto en los grupos neonazis, como en los que se oponen a ellos, hay buenas personas (“very fine people on both sides”); o que los emigrantes son una amenaza ya que entre ellos vienen narcotraficantes, asesinos, y violadores, lo peor de lo peor. O mejor aún organizar con los alumnos colectas y ventas de chocolates y otras confituras para ayudar a construir ‘el muro’ que tanto necesitamos.
Y como colofón: que todos y cada uno de los maestros porten una pistola semiautomática por lo menos de 9 mm y preferiblemente Cal. 45 como homenaje a nuestro querido presidente, sus principios y su ideología.
[1] Los dos primeros requisitos que se establecieron, con fecha marzo del 2008, y modificado el 25 de mayo de 2009 para el profesor de humanidades aún vigentes en las escuelas e institutos formadores de maestros y profesores en cuba
[2] “I love seeing some young conservatives because I know it’s not easy. Keep up that fight. Bring it to your schools. You don’t have to be indoctrinated by these loser teachers that are trying to sell you on socialism from birth. You don’t have to do it. Because you can think for yourselves. They can’t.”
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