El asalto a Bejucal

Tropas españolas con dos piezas de artillería en el frente del Liceo Español de Bejucal

Durante la campaña de Gómez en La Habana, conocida como la “La lanzadera” por la forma genial en que burló, por medio de marchas y contramarchas, al ejército español en una provincia estrecha y con excelentes comunicaciones para la época que permitían a España movilizar sus ejércitos en la persecución del escurridizo Gómez, que combatió y operó en toda la Habana. Nos referiremos aquí solamente a las acciones del 14 de enero de 1896, al fallido intento de tomar Bejucal, que comenzó alrededor de las 12 del día con la participación de unos 400 mambises que se enfrentaron a un número indeterminado de soldados del Regimiento Asturias, Guardia Civiles y miembros del Cuerpo de Voluntarios, bien apertrechados y protegidos por diversas obras de ingeniería y fortificaciones.

Es creencia de muchos, entre ellos los mismos bejucaleños, de que Gómez mandó a quemar el pueblo enfurecido por haber sido rozado por una bala disparada desde el segundo piso de una casa, que incluso ubican con exactitud, y esto ocurrió después de haber sido tomado el pueblo, sólo gracias a la solicitud de un maestro con sus alumnos Gómez desistió de castigar la población con la tea incendiaria.

¿Qué hay de cierto en este relato, mejor llamarlo leyenda? Como en toda leyenda o mito popular hay elementos reales, hay aspectos que si no son exactos se acercan a la realidad, hay cuestiones que podrían concordar con los hechos narrados, pero hay también mucho de imaginación popular, de adorno e incluso, en ocasiones hasta un poco de propaganda, de aquella época, anti-Gómez.

Sobre el incendio de Bejucal, en primer lugar no hubo tal incendio del pueblo, sino como señalan los cronistas que participaron en ese hecho, se mandó a incendiar las casas que rodeaban el lugar donde se había hecho fuerte un teniente español, con un contingente de soldados. Este lugar era la cárcel anexa al Ayuntamiento que se encontraba frente a la plaza principal , este edificio aún existe en las calles 13 entre 10 y 12, donde reside el Museo Municipal y otras dependencias.

Esta medida fue tomada por Gómez después de intentar rendir a los soldados mediante “una señorita que valientemente se ofreció a él para llevar la propuesta” y negarse los mismos. Es decir que ello se debió a una razón militar, rendir al enemigo, lo cual no sería fácil, debido a lo fortificado del lugar, para el ejército mambí escaso de municiones y carentes de artillería, y por tanto le costaría muchas vidas a los cubanos.

Es necesario considerar, a la luz de los hechos, otros aspectos de la breve estancia de las tropas mambisas en Bejucal y ello es la actitud de la población hacia Gómez y las tropas mambisas en general.

En la “leyenda” ya descrita hay un hálito, un ligero toque de que se produjo cierta resistencia y rechazo de la población bejucaleña hacia los revolucionarios, pero ello carece en lo absoluto de base histórica. Hubo resistencia, pero de las tropas españolas que se habían hecho fuerte en el pueblo después de su derrota en la batalla del Central “Mi Rosa”[1] en las cercanías a Quivicán, igual ocurrió en otras poblaciones como por ejemplo Güira de Melena, y ello no indica animosidad de la población. Además como ya señalamos una joven bejucaleña, a riesgo de su vida, se ofreció a solicitar la rendición del fortín español.

Por otra parte, y de esta afirmación hay documentos probatorios en las Actas del Ayuntamiento, se produjo un proceso, velado por razones políticas, en contra del alcalde Isidro Zertucha[2] el cual fue destituido y enviado a la cárcel por brindar ayuda a los mambises; también Francisco Campos Marquetti concejal y propietario de la ‘botica’ más importante del pueblo[3], fue expulsado del cargo consistorial.

Campos Marquetti suministró medicinas y curó a los mambises heridos, se supone que también brindó ayuda económica y el Estado Mayor radicó en su casa, una bella casona colonial, en la que hoy radica el Palacio de los Matrimonios, en la calle 14 entre 9 y 11.

Es muy probable que Gómez fuese abordado a la salida de esa casa por el maestro y los alumnos, ya que la escuela se encuentra a pocos pasos de la casa de Campos Marquetti. Esa escuela aún existe con el nombre de “Los Pioneritos” en la esquina de 14 y 11, en la misma calle donde radicó el Estado Mayor mambí.

Veamos cómo Gómez relata su entrevista con el maestro:

“Cuando aquel hombrecito me hablaba y veía yo por detrás, apiñados en la puerta, tantas cabecitas inquietas, que con los ojos de asombro y de miedo esperaban mi resolución, me sentí vencido por esas cabecitas inocentes, las cuales me pedían clemencia y ordené que suspendieran el incendio… Aún me siento conmovido cada vez que recuerdo este episodio, y el efecto que en mi ánimo hicieron esas cabecitas hermosas y puras de aquellos niños”

Bernabé Boza, su jefe de escolta, lo relata de la siguiente forma:

“… un grupo de niños saliendo de un colegio, se adelantó  suplicante y con las manecitas extendidas hacia el general. Aquello fue más fuerte que el ‘Viejo’; dos gruesas lágrimas rodaron por sus curtidas mejillas y… ¡Corneta! Toque llamada y marcha a la carrera. ¡Vámonos de este pueblo y que nadie toque nada aquí!, dijo. Y clavando las espuelas a su caballo, calándose hasta los ojos el sombrero, echando rabia y candela por todos los poros se salió de Bejucal, seguido de todas las fuerzas. Al llegar frente al paradero del ferrocarril, tropezó con el sargento Barrera (…) quién estaba desmontado arreglando su montura y creyendo (Gómez) que estaba allí ‘raqueando’[4] algo, le dio una buena entrada de planazos.”

De cualquier forma, y resumiendo, podemos decir que las tropas mambisas tuvieron una acogida favorable en toda La Habana, en Quivicán y en Güira de Melena y otras localidades se les unieron hombres a la tropas mambisas; en la Salud fueron aclamados y se les entregó pertrechos de guerra y en Bejucal recibió apoyo y ayuda de la población. Hechos similares ocurrieron a lo largo de toda la campaña de “La lanzadera”, y no existió un solo caso de quema de una población o ingenio.

Al finalizar la guerra Gómez retornó a Bejucal una luctuosa tarea lo llevaba: la exhumación de los restos de Maceo y su hijo Panchito, la búsqueda de los restos en la zona del Cacahual llevó varios días en los cuales él se hospedó en una casa que le facilitaron frente al parque, a pocos metros del bastión español que no pudo tomar, fue recibido cariñosamente por la población, ese parque lleva el nombre de Maceo-Gómez, y la casa tiene un placa que recuerda su estancia en ella.

La prensa norteamericana atenta a los hechos de la guerra en Cuba publicó notas sobre el intento de toma de Bejucal, más de diez periódico hicieron mención al asunto, pero me referiré a solo tres de ellos, el primero a destacar por los elementos que brindó y la exactitud de lo que expuso fue el periódico “The Morning Times” que se publicó en Washington D.C. entre 1895 y 1897 para después llamarse Washington Times ─sin relación con el actual─ y le dedicó al ataque a Bejucal una columna en su primera plana el 15 de enero de 1896, al día siguiente de los hechos, y suponemos, ya que aparece un ‘copyrighted’ a nombre de James Gordon Benett, que también fue publicado en el “New York Herald”, ya que él era su propietario.

El segundo que quiero referirme es a un artículo publicado en la pag. 9 del “The Anaconda Standard”[5] el 12 de octubre de 1898  y que ocupó tres columnas y cuarto, firmado por F.J. Amy. En este artículo Amy, cuyo nombre completo fue Francis Javier Amy[6], relata un fantástico encuentro con Gómez en Bejucal, donde conversaron amistosamente ─Amy hablaba español e incluso realizó traducciones de poesías inglesas y norteamericanas─  debemos agradecerle que trata a Gómez con simpatía y respeto llamándole caballero, lo único es que lo pone a dormir la siesta después de desayunar y mientras se está produciendo, según él, el ataque, que no empezó en la mañana sino en realidad fue al mediodía, finalmente después de otra múltiples fantasías, Amy relata como después de tomado el pueblo Gómez liberó de la cárcel de Bejucal al hijo de una dama que se lo había solicitado llorando. Un bello relato pero completamente falso.

Al tercero que quiero referirme es al “The journal” publicado en New York y era propiedad de William Randolph Hearst principal representante del amarillismo en la prensa yanqui que desempeñó un destacado papel en impulsar la intervención de EE.UU. en el conflicto cubano. En su primera plana del 15 de enero de 1896 aparece un artículo sobre la guerra en Cuba el cual se concluye en la página 5 donde se asegura que: “La Villa de Bejucal fue reducida a cenizas por un pequeño grupo de insurgentes”

Esos sí son ‘fake news’.

Nota: Este trabajo toma algunos elementos del capítulo IV de mi libro “Máximo Gómez: el hombre”

[1] Después, ya en el siglo XX se le llamó ‘Occidente’ y después de 1959 llevó el nombre de un mártir de la lucha contra Batista el quivicaneño: ‘Pablo Noriega’, en la debacle azucarera del 2003 fue demolido con lo cual se afectaron cientos de familias que vivían en el batey y poblaciones en las cercanías.

[2] A Isidro Zertucha nos referimos en un trabajo anterior: https://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/recordando-el-27-de-noviembre-331325

[3] Aún existía en los años 90’ del siglo XX en la intersección de las calles 9 y 14, pero hoy está en peligro de derrumbe, lastima de su bella estantería hecha de maderas preciosas, delicadamente tallada por lo artesanos bejucaleños, que por cierto en la actualidad son muy solicitados por sus habilidades como ebanistas.

[4] ‘raqueando’: según Esteban Pichardo, en su “Diccionario Provincial…” es una voz cubanizada del inglés ‘rake’ que significa la acción de buscar y coger fraudulentamente las cosas perdidas en un naufragio. Por tanto esta voz probablemente evolucionó desde fines del siglo XVIII o inicios del XIX al momento que Bernabé Boza la utilizó, a inicio del XX, para designar algo así como ‘forrajear’ o más modernamente ‘inventar’, ‘resolver’; es decir hurtar, tomar cosas abandonadas,  o a la desprevenida. La palabra rake actualmente no tiene ese significado en inglés, sin embargo en el Webster Dictionary de 1913 rake aparece relacionada con ransack que significa saquear. De cualquier forma el spanglish evidentemente tiene largas y añejas raíces.

[5] Se publicó en el estado de Montana entre 1889 y 1970

[6] Trabajó en la Corte Suprema de Puerto Rico y murió el 30 de noviembre de 1912

Acerca del autor

Waldo Acebo Meireles
(La Habana, 23 de noviembre de 1943 - Hialeah, 23 de abril de 2022). Profesor de Historia, recibió la Orden Félix Varela por sus aportes a la enseñanza de la Historia de Cuba al introducir en la misma la enseñanza de la Historia Local. Es autor del manual para los maestros y profesores de las vías de vinculación de las historias locales a la enseñanza de la historia nacional. Contribuyó a la redacción de los textos de Historia para la enseñanza media. Como asesor del Instituto de Geodesia y Cartografía redactó el Atlas de Historia Antigua y Medieval. Autor de la Historia del Municipio de Arroyo Naranjo. Presidió la Comisión de Historia de la Provincia Habana. Fungió como vicepresidente de la Unión de Historiadores de Cuba. Como profesor invitado del Instituto Pedagógico para América Latina impartió cursos de post-grado y maestría. Hasta su fallecimiento trabajó en la investigación de la historia de Hialeah donde residió desde su llegada a los EE.UU.

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