Cubacel censura los SMS con las palabras «democracia» o «huelga de hambre»

YOANI SÁNCHEZ/ REINALDO ESCOBAR

Si está pensando enviar un mensaje de solo texto deseándole a un amigo una «feliz convivencia» con su familia o que no se someta a «la dictadura del trabajo», es muy probable que la frase nunca llegue a su destino. Un filtro implementado por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A (Etecsa) impide que ciertas palabras circulen a través de la red celular.

Durante años, los usuarios de la única compañía de telefonía celular del país han sufrido la congestión en las líneas y las zonas de poca cobertura, pero pocos han reparado en que también existe un estricto bloqueo de términos y frases claves sobre la mensajería móvil, también conocida como SMS, por sus siglas en inglés.

El descubrimiento de parte de este listado ha ocurrido casi por casualidad. Varios usuarios, molestos porque sus mensajes eran cobrados pero no entregados, intercambiaron experiencias. Esta semana ataron cabos al comprobar que nunca llegaban a su destino los SMS que contenían alusiones a «derechos humanos», «huelga de hambre», «José Daniel Ferrer» o a la revista independiente «Convivencia».

A lo largo de varios días y en diferentes puntos de la geografía nacional, este diario ha hecho pruebas desde terminales con propietarios muy disímiles. Desde opositores y activistas hasta personas sin ninguna vinculación con movimientos independientes. En todos los casos, los mensajes que contenían ciertas expresiones «se perdieron en el camino».

En el contrato que cada usuario de Cubacel (la red celular de Etecsa) firma al habilitar una línea móvil, se aclara que entre las causas para el fin del servicio se halla que se le dé un uso «que atente contra la moral, el orden público, la seguridad del Estado o sirvan de soporte en la realización de actividades delictivas».

El cliente nunca es advertido de que sus mensajes serán sometidos a un filtro de contenido o que parte de su correspondencia será bloqueada si alude a opositores, conceptos incómodos para el oficialismo como «derechos humanos» o blogs críticos con el Gobierno al estilo de «Generación Y».

Arnulfo Marrero, segundo jefe de la planta de Etecsa en 19 y B en el Vedado, La Habana, se mostró sorprendido en la mañana de este viernes ante una queja sobre la censura presentada en su oficina. «Nosotros no tenemos nada que ver con esto, debe dirigirse al Ministerio de Comunicaciones (Micom)», explicó el funcionario al portador de la queja.

«Quien rige la política de las comunicaciones es el Micom, porque nosotros aquí no tenemos decisión. Lo único que puedo hacer es informar esto», advirtió Marrero.

La censura, sin embargo, no está activada aún en los mensajes que se envían hacia el extranjero, quizás porque su elevado costo –1 peso convertible por 160 caracteres– provocaría más quejas de clientes contrariados y habría destapado la alarma mucho antes. Sin embargo, en los SMS que se reciben desde el exterior se lleva a cabo la misma censura que en la mensajería nacional.

A finales de 2011, Pakistán implementó un filtro similar en los mensajes de texto desde sus celulares. Las autoridades de telecomunicaciones del país asiático crearon una lista de más de 1.600 términos en inglés y urdu prohibidos, que contenía palabras obscenas e insultos, además de otras como «condón» y «homosexual».

En el caso cubano no es la moral que guía las tijeras de la censura, pues todas las palabras que en el argot popular aluden a la sexualidad pueden ser enviadas libremente. Un cubano puede narrar una orgía en 160 caracteres, pero no podrá enviar a su destino la palabra «democracia», ni siquiera cuando hace el truco de cambiar la «i» por un «1» e intentar colar «democrac1a».

La diferencia con Pakistán no solo estriba en el motivo para bloquear ciertas frases o vocablos, sino también en el secretismo con que ha operado por meses, quizás años, esta censura en Cuba. Pocos se han percatado de la relación entre ciertas expresiones y los problemas de comunicación, pues le achacan el fallo a los crónicos problemas de congestión y mal servicio que padece Cubacel.

Con más de tres millones de usuarios de telefonía celular, las autoridades cubanas se han jugado la carta de que pocos asociarían los errores en la recepción de mensajes con una voluntad de impedir la transmisión de conceptos y palabras.

Tanta meticulosidad a la hora de elegir los términos bloqueados no ha sido al azar. A pesar de las altas tarifas del servicio de telefonía móvil, donde una llamada nacional puede significar el salario de media jornada laboral, la presencia de celulares en manos de los cubanos ha cambiado el modo de interactuar y buscar caminos paralelos para eludir los excesivos controles que impone el Gobierno en todos los sectores de actividad.

«No sabía que esto pasaba, aunque ahora que leo la lista de palabras censuradas de seguro alguna vez escribí una de esas», asegura Leo, de 21 años, quien este jueves aguardaba a las afueras de la oficina de Cubacel ubicada en la calle Obispo de La Habana.

«Me desayuno con esa noticia», decía asombrada una joven a su lado, que afirma no haber notado que había términos bloqueados, «aunque Etecsa funciona tan mal que ya nada debería sorprendernos». Durante las jornadas festivas, Navidades o Día de las Madres se vuelve un verdadero calvario comunicarse.

El ingeniero Eliécer Ávila trabajó durante sus años de estudiante en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) como parte de la llamada Operación Verdad. Un grupo monitoreaba la red y creaba matrices de opinión favorables al Gobierno en foros, blogs y diarios digitales. En la actualidad, lidera el movimiento independiente Somos+, que figura también en la larga lista de términos bloqueados en la mensajería de Cubacel.

«Implementábamos proyectos de algoritmos que, dadas ciertas frases o palabras escritas por el usuario en un buscador, aparecieran preferentemente las páginas oficiales», recuerda Ávila para este diario. «Tratábamos de invisibilizar las propuestas alternativas o críticas».

La presencia de un filtrado inteligente salta a la vista en este caso. Si se escribe en un mensaje de texto la palabra «cacerolazo», demorará mucho más en llegar que cualquier otro SMS. Una ralentización similar ocurre si se escriben los nombres de Fidel Castro o Raúl Castro. Este último tanto en su variante acentuada como sin acento.

¿Cuántas reuniones disidentes se han frustrado debido a que el mensaje de convocatoria nunca llegó a la bandeja de entrada de los invitados? ¿Cuántos equívocos entre parejas, peleas domésticas y tareas profesionales incumplidas se han debido a un filtrado de palabras que incluye apellidos como Biscet y términos como plebiscito.

La censura en las telecomunicaciones no es una herramienta nueva para la Plaza de la Revolución. Los activistas denuncian con frecuencia el bloqueo de sus teléfonos móviles durante la jornada del 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos, o cuando intentan reunirse.

Durante la visita de Benedicto XVI a la Isla, en septiembre de 2012, más de un centenar de opositores reportaron la suspensión de su servicio celular, junto a arrestos domiciliarios y detenciones arbitrarias.

El bloqueo de sitios digitales incómodos también ha sido una práctica frecuente para el oficialismo. En el listado de los inaccesibles se encuentran desde portales realizados en el extranjero como Cubaencuentro, hasta diarios locales como 14ymedio. No pocos usuarios logran sortear la censura a través del envío de noticias por correo electrónico y copias offline de las páginas, que pasan de mano en mano gracias a dispositivos tecnológicos como las memorias USB o los discos duros externos.

En marzo de este año, Amnistía Internacional señaló que «tan sólo el 25% de la población cubana usa internet y sólo el 5% de los hogares tiene conexión». Esta situación ha potenciado el uso de la telefonía celular, sobre todo los SMS y MMS, como una forma de usar «internet sin internet».

Solo desde 2008 se permitió a los cubanos de manera legal abrir un contrato de telefonía celular y en la actualidad Cubacel cuenta con más de tres millones de usuarios. El pasado año se habilitaron en toda la Isla 800.000 nuevas líneas, a pesar del costo elevado de una llamada nacional, que equivale a la mitad del salario de una jornada laboral.

En julio de 2014 los Gobiernos de Cuba y China rubricaron un acuerdo de «cooperación en el ciberespacio». El país asiático ha traspasado a la Isla parte de su experiencia sobre la vigilancia y el bloqueo de contenido en la web, en especial la aprendida desde la puesta en marcha en 1998 del llamado Proyecto Escudo Dorado, más conocido mundialmente como el Gran Cortafuegos y que emplea a más de 30.000 censores.

El Gobierno de Raúl Castro no solo ha copiado la estrategia del filtrado de contenido, sino también la creación de redes sociales propias para disuadir a los cubanos de usar Facebook, Twitter o Google Plus. Para lograrlo creó, con poco éxito, un sucedáneo de Wikipedia, llamado Ecured, una plataforma al estilo de Facebook bautizada como La Tendera y un poco popular sustituto de Twitter conocido como El Pitazo.

Ahora sabemos que el Gobierno cubano quiere ir más allá de esas imitaciones burdas y aspira a seguir los pasos del Gran Hermano chino, que tiene un extenso historial de censura de SMS a través de una «lista de palabras clave». La mensajería de un usuario puede quedar deshabilitada si el contenido no pasa el filtro de los censores. Solo en la ciudad de Shanghái, reporta el diario hongkonés Apple Daily, han llegado a bloquear los mensajes de unos 70.000 celulares.

En el Ministerio de Comunicaciones de Cuba, la funcionaria Regla Domínguez de la oficina de atención a la población también evitó emitir algún comentario sobre la queja presentada este viernes. “La carta será remitida a la presidencia de Etecsa”, aseguró amablemente mientras recibía como adjunto a la misiva el glosario de términos censurados.

Sin acceso a los universalmente populares Whatsapp o Telegram, los cubanos deben utilizar el servicio de mensajería móvil para lo público y lo privado; las cuestiones profesionales y los más mundanos detalles del día a día. Anuncios clasificados, cartelera cultural y hasta citas a ciegas se gestionan en solo texto.

Muy pocos usuarios cubanos usan algún tipo de encriptación para el envío de SMS, aunque un número considerable de jóvenes encuestados en las zonas wifi de acceso a Internet asegura echar mano de proxys anónimos o red privadas virtuales, conocidas como VPN por sus siglas en inglés.

“Estuve un tiempo usando la aplicación Messy SMS”, comenta Osmany, un joven de 19 años que prefirió tener una correspondencia más privada con sus amigos. Pero tras unos meses continuó sin encriptación porque “el mensaje resultante tenía más caracteres, así que me salía más caro” y “el destinatario tenía que tener instalada la aplicación también en su móvil y acordar previamente una contraseña para la conversación”.

Es un caso raro, la mayoría ha aprendido a escribir en la mensajería móvil con las mismas metáforas y alusiones que se usan en el habla coloquial para evitar a los delatores. “Todo el mundo sabe lo que es un aspirina: la patrulla de policía y a la carne de res se le dice tela roja”, explica Osmany. Ninguna de las dos expresiones está censurada en el filtro de Cubacel. Por el momento…

Fuente: 14ymedio

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