Alquileres en Hialeah: una asignatura que no progresa

La erosión de los ingresos, la precariedad laboral y la carencia de oferta de vivienda asequible han provocado que un porcentaje significativo de la población en Hialeah se halle en una franja de riesgo de exclusión residencial, acentuándose así los retos de adaptación a la cultura, la economía y la lengua de este país de acogida.

Si bien aún perdura en el imaginario del inmigrante el sueño de disponer de vivienda propia, la realidad de un mercado inmobiliario inaccesible para las capas de la clase media por sus altos valores impone un giro hacia el alquiler. Pero, aunque parezca paradójico, el arrendamiento de estos activos tampoco es atractivo. Las rentas son demasiado costosas, lo cual obliga a muchas familias a residir en situación de hacinamiento y en viviendas inadecuadas.

Ante este panorama de extrema dificultad no sorprende saber que Hialeah se ubica como la segunda peor ciudad de Estados Unidos para personas que buscan alquilar una morada. Lo comprobó una pesquisa de la página web de finanzas personales WalletHub divulgada la semana pasada. Casi uno de cada tres inquilinos en Hialeah destina al menos un 50 por ciento de su ingreso neto mensual al pago del alquiler, sobrepasando con creces el máximo de 35 por ciento recomendado globalmente como regla de oro.

El cociente entre el valor de mercado de la vivienda y los ingresos medios brutos anuales es preocupante. Según el análisis, fundamentado en estadísticas federales, el ingreso promedio por hogar en “La Ciudad que progresa” apenas alcanza $29,959 al año, mientras que arrendar un apartamento de dos habitaciones oscila en $1,250 mensuales.

Los inquilinos en otras municipalidades del área metropolitana no son ajenos a esta contrariedad. En los condados Miami-Dade, Broward y Palm Beach, en el 2015, los residentes destinaron un 43.8 por ciento de sus ingresos a costear los alquileres, comparado con un 28.5 por ciento previo al estallido de la burbuja inmobiliaria, subrayó meses atrás un informe elaborado por Zillow, firma de datos sobre el mercado de bienes raíces.

Sin una política habitacional bien afincada y estable será muy difícil lograr la óptima equidad de una vivienda digna y adecuada, de manera que toda persona con ingresos por debajo de la línea de bienestar mejore su calidad de vida mediante el acceso a una vivienda. En efecto, la pésima calificación de Hialeah en la nómina de WalletHub se basó principalmente en dos variables: el atractivo de renta de la ciudad y la calidad de vida.

La exclusión social, el desempleo y la escasa inversión de recursos públicos en barriadas populares frenan el progreso humano y la movilidad social que vienen buscando los inmigrantes, con la esperanza de abrir paso a la prosperidad, en ciudades como Hialeah, el quinto municipio más poblado de la Florida y uno de sus mayores centros industriales.

De ahí que exista una urgencia para que los gobiernos locales destinen más fondos a las ayudas de inquilinos que no pueden encarar los precios del mercado libre, y establezcan colaboraciones con el sector privado para el desarrollo de parques de vivienda social en alquiler que den una mayor accesibilidad a alojamientos de calidad a precios razonables. Otras medidas paralelas incluyen subsidios, incentivos fiscales a los urbanizadores y una más eficiente regulación del sector inmobiliario.

El enfoque estratégico de la agenda de desarrollo urbano en esta época de vacas gordas debe colocar la vivienda en el centro de la política en aras de mejorar el nivel de vida y el bienestar de todas nuestras comunidades.

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