Waldo Acebo Meireles
Ya la Florida comienza a sentir los resultados del desdén hacia los resultados científicos, la ignorancia o incapacidad, o simplemente el compromiso político [y económico mal entendido] de sus gobernantes. Las algas verdes y la marea roja no solo están afectando la costa oeste y sus playas sino que ya hizo irrupción en la este, con sus millonarias consecuencias para la economía turística una de las bases de la finanzas floridanas, sus efectos sobre lagos y ríos también es catastrófico.
Sus efectos no se van a limitar a esta temporada, sino, que lógicamente se van a extender en el futuro, aunque con una varita mágica se resuelva el problema actual, los turistas que han gastado su dinero para venir a disfrutas nuestras playas, lo pensarán más de una vez antes de volverse a arriesgar y encontrase las playas cerradas.
Le han empezado a echar las culpas a Rick Scott, y claro que la tiene, ya que durante los ocho años de su mandato él ordenó desregular las salvaguardas medioambientales que estaban establecidas. El estableció la suspensión inmediata de toda la reglamentación por parte de cualquiera de sus agencias en espera de una revisión por parte de la Oficina de Responsabilidad Fiscal y Reforma Regulatoria, que se estableció bajo su control directo. La oficina, a su vez, fue dirigida a examinar si las reglas y regulaciones propuestas y existentes imponían “costos para las empresas; y son justificables cuando se considera la rentabilidad general y el impacto económico de la regulación”. Al parecer no sacaron bien las cuentas.
El socavamiento del medio ambiente por parte del gobernador Scott no se detuvo allí. También redujo drásticamente la cantidad de fondos dedicados a salvaguardar el medio ambiente, eliminando la supervisión estatal del desarrollo local y recortando los presupuestos para el Departamento de Protección Ambiental y los distritos locales de gestión del agua, y recortando el personal regulador crítico, incluidos los científicos. Lo cual se correspondía con que desde el inicio de su mandato había ordenado a los funcionarios de la Departamento de Protección Ambiental que no utilicen el término ‘cambio climático’ o ‘calentamiento global’ en ninguna comunicación, correo electrónico o informe oficial, de acuerdo a ex empleados, consultores, voluntarios y registros de la DEP obtenidos por el Centro de Informes de Investigación de la Florida.
Pero francamente Scott no es el único culpable de este desastre ecológico, lo han sido también todos el resto de los oficiales que aprobaron o aceptaron estas medidas sin ninguna oposición, la cual recibió un innecesario espaldarazo del otro Scott que Trump puso al frente de la EPA y comenzó la sostenida desregulación de todas las medidas de protección del medio ambiente y de la salud de los habitantes de EE.UU. Las consecuencias en la Florida de todo esto ya está a la vista, las consecuencias para todo el país desgraciadamente vendrán sin falta.
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