Waldo Acebo Meireles
“Never make predictions, especially about the future.”
Casey Stengel
Ciertamente para Cuba existen múltiples futuros posibles, pero aquí nos limitaremos a tres de ellos: el primero, sin lugar a dudas el menos plausible, es el que parece augurar la nueva Constitución en la cual unos limitados ajustes cosméticos, más unas vueltas de tuercas, nos proponen más de lo mismo con su resultante de una perpetua constricción de la actividad económica, un reforzamiento de las restricciones a las libertades individuales y la continuación del empobrecimiento de la población. A esta carta apuestan los mandatarios del régimen, es la que más se ajusta a su falta de disposición a realizar algún cambio que pueda afectar el equilibrio que han logrado en el ejercicio del poder.
Otro posible futuro, menos probable que el anterior, es el de que apliquen reformas similares a las puestas en marcha en China o Vietnam y que permitió que millones salieran de la más terrible pobreza, que se generaran miles de empresas con millones de trabajadores percibiendo un salario quizás no muy decoroso pero que les abrió un camino a una vida mejor que la que sufrían y miles de empresarios acumulando millones y convirtiéndose en un sector dinámico de la sociedad, mientras que la dirección del país sigue en las férreas manos que decidieron efectuar esos cambios hacia la economía de mercado sin incluir su supuesta concomitante: la democracia liberal.
Este futuro es poco presumible ya que para los dictadores militares cubanos resulta evidente que Cuba no es ni China, ni Vietnam, Cuba está inserta geográfica y espiritualmente en el occidente y todos los intentos de extraerla conceptual e ideológicamente de ese contexto no han dado los resultados esperados y eso se hace evidente no solo por el éxodo continuo que no se ha detenido a pesar de las nuevas políticas migratorias del destino anhelado por los cubanos, sino que ha incluido a más de una docena de ‘cuentapropistas’ que cuando han acumulado algún capital en los llamados CUC buscan como cambiarlos en los más efectivos dólares y dan un salto, nada mortal, hacia el paraíso del norte. ¿Cómo sería entonces si se aplicaran las normas al uso en China? Lo más probable es que a la fuga de cerebros se le uniría una fuga de capitales, lo cual ya se ha estado produciendo, aunque a cuentagotas pero con obstinada insistencia, pero si la acumulación de riqueza, proscripta actualmente, se desarrollara el aluvión sería incontenible, una especie de lavado de dinero popular.
El otro futuro punto más que imposible es que la cúpula en el poder después de haber fracasado económica y políticamente en solucionar ese valladar que según ellos los imposibilita de producir suficientes alimentos para la población, y otros elementos básicos de la vida moderna, sigan el ejemplo de Sudáfrica y eliminen el apartheid que impide que la población produzca sus alimentos, creen industrias, emitan su voto en elecciones libres y supervisadas por organizaciones internacionales y en la cual participen más de un partido político, a los cuales una prensa libre y diversa los elogie, o critique, según la más completa y efectiva libertad de opinión.
¿A qué le temen, a perder en unas elecciones, a desarrollar una clase media que cuestione su ilimitado poder y un enriquecimiento parasitario, que facilita vacaciones en el Mar Egeo; a sacar a millones de la pobreza y que les quede tiempo para pensar en lugar de emplearlo en solucionar los acuciosos problemas de la vida diaria; a que se les critique abiertamente y sin miedo a represalias su defectuosa gestión de gobierno por más de 60 años; a que le pasen la cuenta?
Sí, sospecho que esas son sus reales preocupaciones y las que determinan su atrincheramiento en palabrerías, galimatías, que le dan a un pueblo hastiado y hambreado en lugar de verdaderas y efectivas soluciones.
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