Waldo Acebo Meireles
Habitualmente cuando se nombran a los pioneros cubanos de la aviación se menciona a Domingo Rosillo que nació en Argelia de padres españoles y efectuó el primer vuelo de Cayo Hueso a La Habana el 13 de mayo de 1913; y a Agustín Parla, nacido en Cayo Hueso de padres cubanos, que dos días después efectuó el mismo recorrido pero solo apoyándose en una brújula, por tanto fue el primer vuelo internacional realizado por instrumentos. Muchas veces vemos que se cita a Matías Pérez, nacido en Portugal, aquel que desapreció para siempre en un funesto día de 1856, dejando para el folclor cubano aquello de “voló como Matías Pérez”
Sin embargo nadie le da crédito a Arturo Comas Pons, un agrónomo nacido en Bejucal, aquel pueblito que disfrutó del ferrocarril antes de que ningún otro pueblo de España. Arturo Comas fue un preclaro independentista que llegó a fundar un periódico clandestino que con el nombre de ‘El Bejucaleño’ donde se exponían las ideas del pequeño grupo de conspiradores por la independencia.
En su búsqueda de alguna forma de ayudar en la eminente guerra por la causa independentista se le ocurrió crear un arma aérea, es decir un artefacto que volando sobre las líneas enemigas fuese capaz de bombardearlas. A ese arma él le llamó ‘velocípedo aéreo’ y elaborado los planos [ver imagen] construyó un pequeño modelo que accionado por un mecanismo de relojería probó exitosamente en las canteras al norte de Bejucal.
De inmediato le escribió una carta a José Martí, fechada en Bejucal el 23 de mayo de 1893, que en su primer párrafo decía:
“Con motivo de haber inventado un aparato que bien pudiera llamarse un velocípedo aéreo, y que en miniatura me ha dado los más brillantes resultados, creo mi deber dedicarlo antes que a nadie, a mi patria,[1] por lo que me dirijo a usted para que si tiene a bien ayudarme en las pruebas que en mayor escala necesito hacer, para hacerlo aplicable a los usos de la guerra. El aparatico hecho por mí es movido por la cuerda de un reloj, funciona admirablemente, a pesar de su construcción defectuosa; se mueve en todas direcciones y vence cualquier corriente de aire.”
Seis meses después recibió una respuesta por parte de Félix Iznaga[2] en que le señalaba a Pons la imposibilidad de apoyarlo debido a que los pocos recursos que tenían estaban destinados a la compra de armas y municiones. No sabemos si Martí conoció de esta oferta pero lo que si es cierto es que los recursos eran escasos.
Debemos señalar que tenía ideas avanzadas para su época ya que consideró la posibilidad del uso del aluminio un metal que en esos momentos era que comenzaba a ser utilizado y además proponía el utilizar la energía eléctrica como medio impulsor alternativo lo cual aún hoy en día está en fase de experimentación en la aviación.
Para ser justo debemos admitir que la idea era punto menos que irrealizable, aunque el modelo por él empleado pudo volar, simplemente se comportaba como un planeador sin posibilidades de un despegue autónomo, eso quedó comprobado con el modelo[3] que se recreó para su presentación en el documental mencionado.
Arturo Comas era perseguido y se vio obligado a partir al exilio en 1895, no regresó a Cuba hasta después de terminada la guerra en 1898. Murió en Colón, Matanzas, en 1948 a los 83 años, después de una ingente labor como ingeniero agrónomo y profesor en la Granja Escuela ‘Álvarez Reynoso’ de la cual llegó a ser su director, desarrolló una extensa labor social desde su cargo como presidente del Rotary Club.
En marzo del 2013 se develó un busto[4] de Arturo Comas en el extremo noreste del parque central de Bejucal, ahora llamado Maceo-Gómez, fue una obra del escultor bejucaleño Dayron David Valdés Castro; Omar Felipe Mauri, ya mencionado, tuvo a su cargo la presentación del monumento.
Arturo Comas Pons fue un pionero de la aviación en Cuba que merece un reconocimiento que no quede limitado a su natal Bejucal.
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