De cuando Hialeah aún no era Hialeah

Waldo Acebo Meireles

Generalmente cuando pensamos en el sur de la Florida, a la llegada de los españoles, nos imaginamos que se encontraron con los Seminolas con sus coloridas ropas luchando con los cocodrilos, pero nada más alejados de la verdad que esa imagen, ya que estos indios norteamericanos llegaron al sur de la Florida en la primera mitad del siglo XIX[1].

A la llegada de los españoles el sur de la Florida estaba habitado por los Calusa en la costa occidental, (la del Golfo de México); y en la costa oriental, (la costa del Atlántico, incluyendo los cayos), se encontraban los Tequestas. A estos nos referiremos ya que ellos habitaron en el territorio que hoy conocemos como Hialeah, el cual formaba parte de los Everglades. Era una zona cruzada por el río, que después conoceríamos como Miami, que corría de noroeste a sureste y el Little River que atravesaba el territorio de oeste a este. La mayor parte de esa región se encontraba anegada y solo sobresalían pequeños montículos con una cerrada vegetación que profusamente los cubrían.

Los Tequestas

Los Tequestas llegaron a la zona[2] hace alrededor de 2500 años y se calcula que alcanzaron una población máxima de 1000 habitantes, eran cazadores, pescadores y recolectores, desconocían la agricultura, es decir que aún estaban en la etapa paleolítica del desarrollo humano.

Su alimentación era fundamentalmente de pescados, tortugas y moluscos, aves y pequeños mamíferos, como los mapaches y serpientes; eventualmente cazaban venados que eran utilizados como alimentos y también se le daba usos a sus pieles, y posiblemente también cazasen manatíes, pero no hay evidencia arqueológica. Además los Tequestas y luego los Seminolas utilizaron el ‘sagú silvestre’ [Zamia floridana] para producir una fécula comestible, para lo cual se necesita un complejo proceso ya que la planta es tóxica si se come sin previa preparación.

Construyeron sus viviendas con los materiales que tenían a su alcance, eran una especie de bohíos sin paredes, llamados ‘chickees’ por los Seminolas, que estaban expuestos al viento pero bastante protegidos de la lluvia. Eran de carácter provisional ya que los Tequesta se movían de acuerdo a la estación del año. Aunque eran fácilmente destruidos su reparación era sencilla y fácil de ejecutar. No han quedado evidencia física de esas viviendas ya que en esas estructuras sus postes no eran enclavados profundamente en el terreno, por otra parte el suelo orgánico de la región no propicia la conservación.

Los Tequesta usaron los Everglades como ‘hinterland’[3], en el territorio que  después llamaríamos Hialeah, donde probablemente usaron el ‘atlatl’[4], el garrote con dientes de tiburón adosados, el cuchillo de hueso y el arco y la flecha. Además en los sitios arqueológicos de Hialeah se han encontrado conchas trabajadas que pudieron ser utilizadas como armas. Por las evidencias encontradas los Tequestas emplearon puntas de proyectiles confeccionados con huesos, también utilizaron el aguijón de la raya en sus dardos y flechas y entre sus armas emplearon palos aguzados y endurecidos al fuego.

En los sitios excavados en Hialeah han aparecidos diversos instrumentos confeccionados con conchas como la del molusco ‘Busycon Perversus’ probablemente utilizado como un pico de mano, quizás tenía un mango de madera, pero este ha desaparecido; también construyeron raspadores con la concha del ‘Strombus Gigas’ [5]

La tercera herramienta básica es el cuchillo construido con dientes de tiburón. El diente era perforado y le agregaban un mango para poderlo manejar más fácilmente. Por otra parte la piel del tiburón proporcionaba una excelente papel de lija;  la concha del molusco ‘Gibberula columnella’ fue utilizada como ornamento; también fueron utilizados como ornamentos los dientes de cocodrilo y otra conchas pequeñas; y las conchas del bivalvo ‘Macrocallista’ fueron utilizadas como raspadores y cuchillos.

El hecho de que las herramientas y armas utilizadas por los Tequestas en el territorio de Hialeah no cambiasen en miles de años es un argumento para concluir que esta cultura se desarrolló aislada y lentamente. Aunque no se han encontrado evidencias físicas es lógico suponer la existencia de canoas, remos, postes, y otros instrumentos de madera que han desaparecido.

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Ilustración 1: Reproducción contemporánea de las armas e instrumentos de los Tequestas, en el centro el arma y/o instrumento confeccionado con un diente de tiburón

Su vestimenta era mínima y aunque no han quedado restos arqueológico, las descripciones dejadas por los europeos que se relacionaron con ellos nos permiten decir que los hombres utilizaban un taparrabo confeccionado con piel de venado y las mujeres una breve saya, o más bien un delantal de fibras vegetales.

Tenían una cerámica[6] de poca calidad, incluso en muchos casos no eran impermeable por tanto su utilización estaba limitada. En el área alrededor de la W8 Ave. y la W76 Street, en una excavación arqueológica se encontraron restos de cerámica, en los que predominaron los platos y las ollas de poca profundidad. Los colores que se encontraron en las vasijas fueron negros, grises y carmelitas claro, lo cual evidencia su  antigüedad ya que para los siglos XIV-XVIII n.e. las vasijas ganaron en profundidad y colorido.

Sobre sus creencias mágico-religiosas y su organización social solo podemos conjeturar, ya que no ha quedado ningún elemento arqueológico de esos aspectos, lo más probables es que practicasen ceremonias animistas y que su organización social fuese de carácter clánico, a lo sumo familia extendida, posiblemente matrilocal, pero repetimos no hay evidencias arqueológicas de ello.

En 1952 una investigación arqueológica encontró restos de menaje de cocina Tequesta en la zona sureste de lo que es hoy la intersección del Palmetto con la 68 calle. En esos momentos era un área conocida como Peter’s Pike y formaba parte de la Edgemere Dairy, una finca, en esos años 50′  dedicada a la producción de leche. La antigüedad del sitio[7] se determinó en aproximadamente 200 años. En el lugar se encontraron restos de cerámica que atestiguan cierto nivel de intercambio con zonas alejadas como la región del Lago Okeechobee, la presencia de una cuenta de cristal, evidencia algún tipo de contacto con europeos. Los huesos de animales encontrados reflejan el uso como alimento de tortugas, mapaches, serpientes y varios tipos de roedores.

Otro sitio fue encontrado en las cercanías del actual Palmetto pero mucho más al sur del anterior resultando muy similar con la excepción de que se encontraron restos de nutria, zorro gris y liebre. Un tercer sitio fue detectado a unos 30 metros al norte de Gratigny y a unos 1800 metros al oeste de Red Road, este sitio se valoró que estuvo ocupado entre 400 AD y 1750 AD.

Más sitios se han encontrado en: 68 Street y W13Av.;  68 St. y W20 Av. ; 64St. y W18Av. y en W1st.Av. y 37St. Como vemos casi todos  los sitios arqueológicos encontrados se hallan al norte y la parte oeste de Hialeah.

El contacto de los Tequestas con los europeos fue fatal para los mismos, aunque no hay evidencias históricas de que recibieran maltratos por parte de los españoles o que fuesen esclavizados, como los indígenas de otras regiones, sin embargo las enfermedades para la que carecían de protección natural los diezmó irremediablemente.  Según dos fuentes consultadas los últimos Tequestas fueron trasladados a Cuba en 1763, cuando terminó el dominio español sobre la Florida.[8]

Los Seminolas

Habría que decir que originalmente eran indios que llegaron huyendo del norte, de las guerras de los ingleses y los colonos contra ellos. Eran principalmente Creeks que se mezclaron con los Choctaw y otros grupos indígenas menores y formaron una nueva cultura llamada Seminole, que es una corrupción de la palabra española cimarrón.

Las vicisitudes de los Seminolas comenzaron en 1817 cuando el territorio que ocupaban se convirtió en santuario para esclavos cimarrones y negros libres en busca de terrenos para sembrar y establecerse. A estos negros le llamaron, al integrarse con los Seminolas: Seminolas negros

Los Seminolas pelearon dos campañas contra los colonos los esclavistas blancos y el ejército en 1816 y en 1835. La tercera guerra fue entre 1855 y 1858. En diciembre de 1835 una partida de Seminolas  y sus aliados negros, bajo el mando de los jefes Alligator y Micanopy, emboscaron una compañía con 110 soldados bajo el mando del Capt. Francis Langhorne Dade. Solo sobrevivieron 4 soldados, esta batalla se le conoce como la ‘Masacre de Dade’ y ocurrió cerca Bushnell, Florida, de aquí el nombre del condado.

La tercera guerra dejó terriblemente diezmada la población indígena, quizás no más de unos 300 que se refugiaron en los Everglades, pero sin embargo en ningún momento firmaron un tratado de paz.[9] No fue hasta alrededor de 1890 que empezaron a comerciar pacíficamente con sus antiguos enemigos.

Los Seminolas aunque originalmente eran agricultores y ganaderos, tuvieron que abandonar esas prácticas y adaptarse a las condiciones que encontraron en el sur de la Florida, y al hecho de que tenían que mantenerse en movimiento constante, lo cual demuestra la capacidad de adaptación y tenacidad de este pueblo. Sus actividades económicas fueron la pesca, la caza y la recolección, pero retomaron la agricultura cuando la situación le fue favorable.

Sus viviendas tienen un carácter provisional, son construidas con hojas del palmeto[10] y carecen de paredes, son fáciles de construir y reparar.

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Ilustración 2: Aldea de Willie Willie en Hialeah aproximadamente en los años 20-30′

Practicaban, aún practican, una colorida cerámica de excelente calidad, para inicio del siglo XX desarrollaron toda una gama de artículos artesanales para la venta a los turistas que visitaban sus aldeas, entre esos artículos se encontraban cestas, tallas en madera, collares, muñecas confeccionadas con hojas de palma, etc., estas tareas artesanales eran practicadas por las mujeres, los hombres empezaron a practicar los actos de lucha con cocodrilos.

Un pequeño sitio arqueológico al norte de la 68 St. y la 12Av., consistió en un enterramiento Seminola donde se encontraron partes de un rifle de percusión, la hoja de una azada, un espejo un cuchillo y otros objetos, fue fechado a mediado del siglo XIX, este enterramiento indica que existía para esos momentos relaciones comerciales con el ‘hombre blanco’, y de alguna forma practicaban la agricultura.

Ya en el siglo XX las creencias religiosas de los Seminolas era fundamentalmente la cristiana aunque algunos mantenían, en simbiosis, las viejas creencias animistas. Aún en el siglo XX y XXI sus sociedades son matrilocales y se integran en clanes los que a su vez se rigen por concejos tribales.

A inicio del siglo XX los Seminolas vivían en una extrema pobreza y sus problemas se incrementaron con la prohibición de comercial las plumas, pieles de pájaros, con lo cual declinaron drásticamente sus fuentes  de comercio, a ello también contribuyó que al iniciarse la I Guerra Mundial el mercado europeo de plumas prácticamente desapareció, esto llevó a que muchos Seminolas establecieran villas para atraer a los turistas, actividad que no era muy apreciada por la tribu, y que se dedicaran a trabajar de jornaleros en las granjas que se iban estableciendo, algunos se emplearon como ‘caddies’ en los campos de golf, era leyenda que tenían especiales facultades visuales para encontrar la pelota de golf.

James Bright, uno de los fundadores de Hialeah,  opinó que:

«Son la mejor raza del país; la gente más honorable que se pueda imaginar»[11]

 

[1] Los Seminolas llegaron a la Florida a inicios del siglo XVIII, pero su presencia en el sur solo fue después de inicio del XIX

[2] Lo referido a los Tequestas en el territorio que después se llamaría Hialeah fue tomado fundamentalmente del excelente y erudito trabajo de «Hialeah, its prehistory» de Laxson, D.D., este es un material mecanografiado del cual hay un solo ejemplar, el original, en la Biblioteca John F. Kennedy, de este también se tomó la imagen que ilustra las herramientas y armas de los Tequesta que aparece más adelante.

[3] El ‘hinterland’ es la zona más alejada en la que se mueve un grupo humano y no constituye propiamente su base fundamental, pero  es influenciada por ese grupo humano.

[4] El ‘atlatl‘ es la lanzadera de flechas o dardos, así es como le llamaban los aztecas, este instrumento aún se sigue utilizando por los indígenas de zonas del Amazonas, y en los países occidentales se han desarrollado competencias con el mismo.

[5] En Cuba se conoce como ‘cobo’.

[6] Lo que demuestra que no siempre la presencia de la cerámica es un indicador de que esa sociedad se encontraba  en la etapa neolítica.

[7] El sitio se encontraba en un montículo, lo cual se conoce por los arqueólogos como un ‘hammock’, [esta palabra también significa hamaca] un área fértil en el sur de los EE. UU., especialmente en la Florida que es usualmente más alta que sus alrededores y se caracteriza por la presencia de árboles y un suelo profundo y rico en humus.

[8] De ser así tienen que haber sido reubicados en Guanabacoa donde se encontraban reducidos los indios originarios de Cuba. Este hecho tendría que ser validado documentalmente en el Archivo de Indias o mejor aún en los copiosos documentos referidos a la Florida en el Archivo Nacional de Cuba.

[9]  Técnicamente los Seminolas aún están en guerra con los EE. UU.

[10] Similar a la Palma Cana

[11] «They are the greatest race of people in the country; the most honorable people imaginable»

Acerca del autor

Waldo Acebo Meireles
(La Habana, 23 de noviembre de 1943 - Hialeah, 23 de abril de 2022). Profesor de Historia, recibió la Orden Félix Varela por sus aportes a la enseñanza de la Historia de Cuba al introducir en la misma la enseñanza de la Historia Local. Es autor del manual para los maestros y profesores de las vías de vinculación de las historias locales a la enseñanza de la historia nacional. Contribuyó a la redacción de los textos de Historia para la enseñanza media. Como asesor del Instituto de Geodesia y Cartografía redactó el Atlas de Historia Antigua y Medieval. Autor de la Historia del Municipio de Arroyo Naranjo. Presidió la Comisión de Historia de la Provincia Habana. Fungió como vicepresidente de la Unión de Historiadores de Cuba. Como profesor invitado del Instituto Pedagógico para América Latina impartió cursos de post-grado y maestría. Hasta su fallecimiento trabajó en la investigación de la historia de Hialeah donde residió desde su llegada a los EE.UU.

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